Lo que Facebook se llevó by Alejandra Gómez Macchia

Lo que Facebook se llevó by Alejandra Gómez Macchia

autor:Alejandra Gómez Macchia
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, Novela
publicado: 2015-04-22T23:00:00+00:00


Beatriz tenía razón. Este juego del gato y el ratón podría sostenerse mientras no pagaran las consecuencias nuestras hijas. Lo peor de todo era la poca importancia que le daba a mi integridad (y hasta a mi salud) por estar usufructuando un territorio público (el cuerpo de Juan Pablo).

Al desconectarme del chat di una vuelta por las habitaciones de la casa. Él dormía a pierna suelta. Se había ido a la cama enojado porque le arruiné la cena con un interrogatorio. Siempre pasaba lo mismo: al intentar poner en claro las cosas él me tildaba de orate, y harto de mí, de mi cara, de mi cuerpo, de mi respiración constipada, de mi amor obsesivo y de mi voz pitosa, recogía sus teléfonos y se subía a descansar mientras yo me quedaba con los demonios adentro.

Tuve mucho cuidado de no hacer ruido para no despertar a nadie. Visité los cuartos de las niñas y miré sus rostros apacibles entregados a algún sueño placentero.

Por su juventud deben estar llenas de dudas y de sensaciones que no han podido expresar simplemente porque no he estado aquí. He andado, ¿cómo decirlo?, flotando entre la insensatez y el egoísmo. ¿Qué clase de problemas podrían tener? Que la maestra les haya recogido el celular, que el prefecto las haya regañado por llegar tarde…

¿En el tiempo que llevábamos viviendo juntos me había ocupado de escucharlas ? ¿Había verificado que la más chica comiera bien? ¿Cuántas veces me habrían contado algo importante y fingí estar atenta mientras mi cabeza estaba ocupada en pensar en la manera de hundir a su papá? ¿Alguna de ellas tendría novio? ¿Cómo las trataba el “caballerito”? ¿Habrán llorado algún vez por desamor y yo no estuve ahí para aconsejarlas?

¿Cómo podría educarlas? ¿Cómo una mujer que se sabe engañada puede dar un ejemplo de dignidad?

Todas esas preguntas revoloteaban dentro de mi mente cuando noté que la más grande se movía, así que preferí salir antes de que me vieran ahí parada como un espectro de bata blanca.

Esa noche decidí dormir en el sofá. Pensaba en la posibilidad de recobrar a Hugo e inevitablemente se agolpaban los rostros de las niñas durmiendo.

¿Qué les diría en caso de que decidiera irme con el famoso escritor?

“A ver, chicas: una vez más se quedan volando porque yo, la pobre mártir, he decidido darme la oportunidad de sanar las heridas que me hice por asomarme a la vida privada de un hombre público. Me voy porque acabo de darme cuenta de que su papá no es para mí ni para nadie. Es para sí… Y dinamito esta casa que levantamos pensando que la vida era un juego de ajedrez: él me puso en jaque y yo le doy mate. Ahora vendrá Leticia o Gema o Carola a suplirme. Espero que la traten muy bien como a mí. Quiéranla y cuéntenle las cosas que nunca pudieron contarme. Y si lo hicieron, disculpen: estaba tan preocupada en mi dolor que se me olvidó por completo que ustedes existían”.

Pero, de otra



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